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José Ángel Hernández guerra

Las izquierdas mundiales cierran filas para condenar a Israel

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Al terminar la Segunda Guerra Mundial la simpatía por la causa judía era generalizada, sobre todo cuando se empezó a conocer los que había supuesto el conocido como Holocausto judío perpetrado por las hordas hitlerianas y sus aliados europeos, excepto en el mundo árabe que en amplias capas de la población aún sentían nostalgia de la actuación del III Reich.

Sirva de ejemplo palmario las peripecias del Gran Mufti de Jerusalén, líder espiritual y político palestino, que, en entrevista con Hitler en Berlín en 1941, declaró que Alemania y los palestinos tenían los mismos enemigos, entre los que estaban de manera destacada los judíos.

Eran tiempos en que las diversas variantes del fascismo eran antisemitas y el mundo árabe los veía con simpatía. Si bien el antijudaísmo no ha cambiado en el mundo islámico, en Occidente el antisemitismo ha trocado desde la derecha a la izquierda de manera evidente desde que en los años 60 la URSS fomentara la solidaridad entre las izquierdas y la llamada, además de mitificada “causa palestina”.

De modo que cada vez que Israel es atacado o ataca, las izquierdas mundiales cierran filas y condenan la actuación del “criminal” Estado de Israel, en una táctica a todas luces muy efectiva y que Israel no ha sabido contrarrestar de manera eficiente.

Cartel de civiles israelís desaparecidos, secuestrados por Hamás y llevados a la Franja de Gaza el pasado 7 de octubre. EFE.

Como no podía ser de otra manera esta vez, para la progresía, incluida la mediática, los terroristas que asesinaron a más de un millar de seres humanos, degollaron decenas de niños y secuestraron cientos de individuos, no serían más que “luchadores de la causa palestina”, abocados a esos actos por el criminal y asesino Estado sionista.

Es cierto que es difícil obviar la apropiación de tierras palestinas y sirias por parte de Israel y lo humillante que son los asentamientos hebreos en el corazón del territorio palestino, pero no está de más apuntar que esto ha ocurrido, la mayoría de las veces, después de ataques árabes a Israel, un país que no se puede permitir perder una guerra, ya que si así fuera, su existencia finiquitaría.

También es verdad que el mito de la eficiencia de la Inteligencia y del Ejército hebreo ha sufrido un descrédito que costará muy caro a Israel en el futuro, pero el pueblo judío ha sobrevivido a persecuciones seculares, a un holocausto terrible en el siglo XX, a ocho guerras con el mundo árabe y es seguro que saldrá vencedor de ésta.

Rodarán cabezas en el Gobierno y el Ejército, probablemente la del sempiterno Netanyahu, pero Israel es enemigo terrible, que cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobiernos occidentales, con el probablemente, mejor ejército del orbe y no lo olvidemos, es el único poseedor, de momento del arma nuclear en la zona.

Y si sabemos que Irán fomentó y supervisó el ataque a Israel de los terroristas de Hamás, no le interesa una guerra generalizada en la zona con un país como Israel que puede borrar del mapa a la mayoría de sus vecinos en Oriente Medio.

Irán se ha caracterizado por su pragmatismo, sobre todo desde que la nefasta diplomacia del gabinete de Obama, liberó los depósitos congelados a los persas desde la destitución del Sha y les permitió continuar con su programa nuclear tantas veces denunciado por Israel. Se intuye, por tanto, la intención de la teocracia de Teherán de truncar los acuerdos a los que el Estado hebreo estaba llegando con países del Golfo Pérsico y que también se iba a dar con el gran enemigo de Irán, Arabia Saudí, al que Irán ha colocado en una difícil situación a ojos del antiisraelí mundo islámico.

Por todo ello, los ciudadanos de Gaza, recordemos, cómplices de las acciones criminales de Hamás, pues les auparon con sus votos al poder en la Franja de Gaza, serán los principales damnificados de la retaliación israelí, que se presume durísima y prolongada en el tiempo, antes de llegar a un seguro acuerdo con Hamás, al estilo de los que Israel suscribe con la milicia libanesa de Hezbolá, en el que el intercambio de prisioneros será condición ineludible y justificante.