El pasado viernes fue elegida por el Congreso la nueva Defensora del Pueblo Iris Marín, luego de una acalorada semana, con episodios tensos dentro de la bancada del Pacto Histórico. La bogotana es abogada de la Universidad del Rosario y cuenta con un magíster en Derecho de la Universidad Nacional. La victoria de Marín demuestra que al gobierno llegó el santismo a manejar las cosas en los dos años que quedan.En el equipo de congresistas hay serias diferencias políticas, ideológicas y de formas. En el gobierno cada vez hay menos espacio para los puramente petristas. La llegada del Ministro de Interior Juan Fernando Cristo les cambió la película. Cristo pulverizó, por ejemplo, la idea de la Senadora Isabel Cristina Zuleta de presentar un proyecto de ley que permita de nuevo la reelección presidencial. No solo hubo desautorización, Cristo demostró su gran capacidad política al dejar en evidencia a Zuleta en pocas horas con pronunciamientos explícitos que demostraron quién va a mandar ahora en los temas importantes de la agenda.
Inicialmente los petristas radicales buscaban imponer para la Defensoría el nombre de Jomary Ortegón, profesional en derecho que proviene del reconocido Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo. Esta Organización No Gubernamental sin ánimo de lucro, es reconocida en el país por haber llevado adelante casos emblemáticos de defensa de Derechos Humanos en Colombia. A su vez también es recordado su enfrentamiento directo con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien resultó denunciado por el colectivo por una serie de trinos publicados en la década pasada.Uribe no baja al colectivo de socios de las FARC. Incluso los acusó de ser los responsables de la pérdida del computador y pasaporte de la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado en Panamá, entre otras aseveraciones que terminaron en la Corte Suprema de Justicia.
Los radicales, que son menos, perdieron contra los no radicales. Inclusive trascendió que hubo una fuerte discusión que pasó a los gritos, a punto de convertirse en pelea a los golpes entre Agmeth Escaff y Alejandro Ocampo. Al presentador los demás lo consideran un “blando” y pocos de la bancada lo respetan. Lo que pasa es que a Ocampo tampoco lo respetan, incluyendo algunos de su misma ala radical. Ocampo fue quien lideró la promoción de la candidatura de Ortegón, y es por esto, que sus votos se fueron desvaneciendo rápidamente. La falta de experiencia política de Ocampo y de sus colegas radicales los llevó nuevamente a una derrota aplastante.
El ministro santista Juan Fernando Cristo, sin asistir al recinto, logró poner de acuerdo a varias voces de los diferentes partidos para que la elección decantara en Marín. La experiencia de años no se improvisa. Las cartas fueron jugadas como tocaba. El Centro Democrático inclusive participó, con tal de no darle la posibilidad a Ortegón de llegar con el pasado en la espalda del Colectivo de Abogados. Liberales, conservadores, comunes y de casi todos los partidos se fueron uniendo a la propuesta de Cristo. El resultado final fue estruendoso: 170 votos de 186 posibles.
Había que apoyar a la menos petrista de la terna ya que muchos congresistas consideran que con ese perfil va a ser mucho más fácil tener las “puertas abiertas” en la Defensoría durante lo que queda del período. Recordemos que en la ley correspondiente a la entidad la planta de personal de la Defensoría se define como “global y flexible”, es decir un cheque en blanco para quien la dirige. Nada más atractivo para oídos de un congresista cualquiera. Apenas se posesione Marín comenzará el desfile de contratos, hojas de vida, eventos, viajes, desayuno y almuerzos. Esos votos no se lograron porque sí.