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Nixon Carvajal Juegos Panamericanos

Mala gestión y poca voluntad acabaron con el sueño de los Panamericanos

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La decisión de Panam Sports de retirar la sede de los Juegos Panamericanos a la ciudad de Barranquilla, a celebrarse en 2027, estaba más que cantada. La negligencia del gobierno colombiano y la falta de gestión, echó por tierra la aspiración de la capital del Atlántico.

Todo estaba claro desde el principio. El presidente Gustavo Petro siempre se opuso al impulso en desarrollo que trae nuestra ciudad. En todo momento él o sus ministras de deporte ajustaron talanqueras al proceso de crecimiento de Barranquilla y a su deseo de organizar los Juegos Panamericanos.

No simplemente se trata de falta de voluntad política, se trata de mala fe. En efecto, el jefe de estado jamás mostró algún asomo de buen ánimo para realizar esta competencia.

Cuando se le preguntó por el compromiso de Barranquilla con la máxima competencia deportiva de las Américas, Petro simplemente respondió con evasivas o maquillando alguna posibilidad de apoyar de forma decidida la oportunidad de ser sede.

La mala voluntad y deficiente gestión administrativa del presidente y su equipo de trabajo con Barranquilla en materia de acompañamiento, tiene sonados antecedentes: Por mencionar, la negativa a apoyar la eventual realización de una válida de Fórmula 1 y la cancelación del ambicioso proyecto Arena del Río.

La administración local tenía prácticamente lista la proyección con Liberty Media para realizar un Gran Premio de Fórmula 1, un acontecimiento deportivo de altísimo nivel, pero de carácter privado. Contrario a lo que sucede con la realización de eventos deportivos, en donde la organización recae exclusivamente sobra cada país, que libera rubros, en la Fórmula 1, los gobiernos no tienen que aportar recursos, ya que las empresas vinculadas asumen el 100 por ciento de los costos.

No obstante la FIA requiere un aval de cada presidente, a manera de garantía estatal. En este sentido, Petro omitió enviar el apoyo del gobierno a la realización del Grand Prix, aduciendo otras prioridades de inversión.

Arena del Río quedó en el imaginario colectivo como un sueño. Un proyecto de infraestructura de gran inversión que concentraba multipropósitos del ámbito comercial, cultural, habitacional y deportivo. Sin embargo tuvo que ser cancelado. En su momento se explicó que razones de tipo económico, tanto a nivel nacional como internacional, con elevadas tasas de interés, permanente devaluación del peso colombiano y constante aumento de la inflación impidieron concretar el cierre financiero del proyecto. Sin embargo la realidad es otra bien clara: falta de apoyo del ejecutivo.

La cancelación de los Juegos Panamericanos en Barranquilla deja múltiples consecuencias: La pérdida de confianza por parte de los organismos internacionales, para que Colombia nuevamente pueda ser sede de otro evento deportivo, evidente deterioro de la imagen del país, como estado incumplido, falto de seriedad y poco comprometido, incapacidad de generar ingresos por concepto de comercio y turismo, fallida oportunidad de impulsar empleos directos e indirectos y posibles sanciones económicas por parte de Panam Sports.

Independiente de colores políticos o ideologías, el presidente de los colombianos no le apostó a unirse de forma decidida al anhelo de los barranquilleros, por sus ataques de soberbia.

Petro no se quiso vestir con la camiseta de Barranquilla 2027, por física obsesión de protagonismo en la historia de Colombia. La reconocida incompatibilidad del mandatario con los triunfos ajenos en los que su nombre no está incluído, lo llevó a subestimar el inminente acontecimiento que asomaba, pero en el cual, para su egocéntrico instinto de comportamiento, él no estaría en el epicentro de atención. De hecho, es conciente que para la fecha de inicio de los juegos, no estará en el atril declarando su inauguración.

Barranquilla pierde la oportunidad de insertarse en el exclusivo ramillete mundial de las grandes capitales, capaces de organizar actividades de gran envergadura, no por razones externas, simplemente por negligencia y falta de voluntad.