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Nicolás Gómez A. Opinión

Arrancó la carrera para 2026

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No sé sabe bien, pero hoy podríamos estar hablando de 42 candidatos a la presidencia de la República sin contar, por supuesto, ¡los que faltan!

De izquierda a derecha, pasando por el centro, se van conociendo todo tipo de especulaciones y mediciones que favorecen a unos y castigan a otros. Todas válidas y son parte del juego democrático. Existen, eso sí, dos clases de candidatos presidenciales: los declarados y los no declarados. Por eso, en parte, se explica la proliferación de candidaturas.

A muchos ciudadanos, dependiendo de su afiliación ideológica, esta circunstancia política les enerva o les preocupa. Sienten que, al existir tantos candidatos, los votos de su corriente se verán vulnerables a la división y, por ende, concederán ventaja a los contradictores. Apenas lógico, si me lo preguntan a mi.

No obstante, los colombianos debemos comprender que la política moderna es dinámica como nunca antes en nuestra historia. Las imposiciones caudillistas o de partido quedaron en el pasado. Ahora, las Redes Sociales mandan la parada y son una herramienta imprescindible para el éxito electoral.

Twitter (hoy X), Instagram, Tik Tok y Facebook le dieron voz y protagonismo a un montón de gente que, de no existir este mundo digital, nunca o con inmensa dificultad hubieran podido subir la grasosa escalera de la política tradicional. ¡Y eso es bueno! Se llama opinión y ha permitido en cierta medida la renovación de la política colombiana y del mundo.

Trump, Milei y hasta el mismísimo Rodolfo Hernandez, entre muchos otros, son casos de éxito de las redes. Este fenómeno también causa que muchos se sientan con la fuerza y el deseo de concursar porque sienten, así no sea la realidad, que su voz es escuchada y querida por millones o que pueden replicar esos casos de éxito nacionales o internacionales anteriormente mencionados.

Todo esto explica porque hay 42 candidatos. Sin embargo, dentro de esa manada aspiracional resaltan más o menos unos 10 que marcan en las prematuras encuestas y, de esos, tan solo 5 o 6 tienen objetivamente verdaderas posibilidades. Claro, siempre se discute sobre el “fenómeno digital” que puede crearse en cualquier momento y patear el tablero, pero siendo realistas es poco probable y sumamente difícil, aunque no se puede descartar.

Dentro de los 5 o 6 candidatos que la opinión, encuestas y otros factores electorales consideran a la luz de hoy son “viables”, resaltan los nombres de Vicky Dávila y Germán Vargas Lleras en el sector de la oposición, el de Claudia López y Sergio Fajardo en el Centro y, dado que la izquierda gobierna, solo se puede especular si será un petrista pura sangre como Bolívar o Pizarro o un santista acomodado que logre acuerdos como Roy Barreras.

Por el lado del Centro Democrático, que no se puede ignorar, falta esperar a que surtan su proceso interno y definan quién los representará en lo que posiblemente será una consulta interpartidista de la centro derecha y derecha.

Y en justicia a los outsiders o independientes que se perfilan para sumarse a la contienda, todavía falta que muchos confirmen si irán al ruedo y veremos si Rodolfo 2.0 se logra o no.

En fin, a grandes rasgos esa es la explicación del panorama electoral hasta el momento. La noticia de Vicky Dávila, aunque confirmada por los medios, requiere de su validación personal para que influya aún más en las mediciones y el ambiente político.

Para quienes nos consideramos de oposición, la división es un factor que calienta los ánimos y preocupa a más de uno. Mi consejo, paciencia. Este es un juego competitivo y todo el mundo tiene derecho a participar, nos guste o no. Lo importante es que los altos liderazgos comprendan que la hora es grave y que sin una alianza robusta, la oposición, no logrará entrar a la segunda vuelta.

Reflexión: ¿Ganar para qué? Pensemos más allá de la persona, logremos primero un Acuerdo sobre lo Fundamental que arme programáticamente al próximo inquilino/a de Palacio y le permita gobernar para sacar a nuestra patria del abismo.