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JAIME E ARANGO Jaime E. Arango Secuestros

El secuestro es la guerra contra la gente

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Solo el Estado puede quitarnos la libertad porque precisamente el Estado, en las sociedades abiertas, fue creado para garantizarla, por eso el secuestro es el fracaso del Estado, más que los homicidios, más que la guerra.

El secuestro es la guerra contra la gente. Cuando el Estado permite secuestrar envía el mensaje de que existen fuerzas que lo han suplantado y han transformado la naturaleza de su función primordial como garante absoluto de la libertad, esto es más significativo y grave en sociedades con ciudadanos desarmados.

En Hispanoamérica el secuestro ha jugado un papel determinante en la formación de estados autoritarios y en general en el debilitamiento de las sociedades abiertas, de acuerdo con algunos estudios en 2006 la región registraba el 75% de los secuestros del mundo. El M19, FARC, ELN, Tupamaros, Montoneros y hasta narcos, construyeron un escenario de guerra contra la gente, no para dirimir una controversia política, sino para crear dicha controversia política.

Se suele plantear la diferencia entre secuestros con fines económicos y secuestros con fines políticos, pero dada la naturaleza de este crimen, que es la privación absoluta de un bien intangible que define el objetivo del Estado, se puede afirmar que todo secuestro es político.

Al final la apropiación de los bienes de la víctima es irrelevante porque al perder la libertad ya lo perdió todo.

En la tradición cristiana la libertad es un don que la divinidad otorgó a sus criaturas, por lo tanto, privarles de ese don, que define el pecado, es un desafío a la voluntad de Dios, por eso el secuestro en nuestras sociedades es una falta moral de enorme trascendencia, un crimen imperdonable, el fallo ético por excelencia. No hay legitimidad posible para los secuestradores.

Esto lo ilustra claramente la forma en que la sociedad nunca a perdonado a las FARC, aún después de sus procesos de paz, serán siempre una banda de secuestradores. Para este grupo terrorista, el secuestro fue el amargo final de su proyecto político, el secuestro consumió su narrativa y se convirtió al final en su verdadero capital simbólico.

En lo que va de este año, 273 personas han sido secuestradas, los oscuros teólogos del ELN tienen en sus guaridas por lo menos 30. Recordemos que la Comisión de la Verdad documentó que entre 1990 y 2018 fueron víctimas de secuestro al menos 50.770, pero el subregistro es alto y pudieron haber sido 80.000.

El resurgimiento de este crimen en el único país del mundo que ha tenido un programa radial sobre secuestrados, Voces del Secuestro, pescas milagrosas y hasta una oficina del Casa de Nariño para negociar rescates que operó con el monárquico titulo de Zar Antisecuestro, supone la reedición de un trauma nacional con serias implicaciones políticas, siendo la primera que la opinión va a responsabilizar al gobierno por complicidad si continua sin tomar medidas para terminar con esta amenaza.

La gente del Pacto no está moralmente habilitada por la sociedad para seguir negociando con ELN si esta organización terrorista sigue secuestrando. Con secuestros no hay horizonte estratégico para la Paz Total y lo más grave es que frente a este escenario, con un crecimiento del 90% o más, de esta actividad criminal , la inteligencia del Estado está dedicada a perseguir niñeras y profesores de inglés.