Domingo, 08 de diciembre de 2024
Suscríbase
Domingo, 08 de diciembre de 2024
Suscríbase
JAIME E ARANGO Jaime E. Arango Opinión

El pueblo "casi elegido"

Más de este autor

Fue “el temor de dios”, el que indujo al Partido Republicano a obligar a la elites Demócratas a liberar a los esclavos así fuera por la fuerza, porque no se podía ser una sola patria compartiendo ese pecado.

Pero ya desde antes de la Guerra Civil, América se había conformado como una entidad integralmente moral. “Una nación bajo un dios”. En concreto, los Estados Unidos de América, son el país más religioso del mundo dentro del conjunto de los países más desarrollados.

“Una nación bajo dios”, pero de una manera muy particular, muy específicamente americana, la llamada religión civil. No solo por la preponderancia de referencias religiosas en los escenarios públicos cotidianos, sino también por la dimensión religiosa de sus grandes momentos conmemorativos.

El Memorial Day, el Día de acción de Gracias, o los funerales de presidentes norteamericanos, constituyen eventos religiosos. Samuel Huntington, en su libro sobre la identidad estadounidense, ¿Quiénes Somos? toma nota de esta particularidad: “una palabra, sin embargo, no aparece en los enunciados y las ceremonias de la religión civil: Jesucristo. Así, del mismo modo que el credo americano es protestantismo sin dios, la religión civil estadounidense es cristianismo sin cristo”.

Lo que sucedió en las últimas elecciones americanas fue que ganó el partido de la religión civil y si se quiere, el evento más icónico relacionado con ese triunfo fue la marcha de los Amish, en sus carretas tiradas por caballos, para ir a votar por Trump, no porque consideraran a Trump uno de los suyos, ni siquiera por que lo percibieran como un paradigma moral, sino porque Trump los representaba frente a una elite ajena, abusiva, antiamericana, que quería negarles su derecho sagrado a vivir de sus tierras y su trabajo como hombres libres.

Una elite de recién llegados que desconocía los valores de la religión civil americana, para reemplazarla por una religión de estado, contraria al cristianismo y contraria a la república.

Un mito solo se vence con otro mito, pero nadie tiene la formula, nadie sabe eso como sucede, pero los ingenieros sociales que coparon los órganos de decisión del gobierno estadounidense desde la primera presidencia de Obama, usaron toda la capacidad del estado, de los medios de comunicación y la academia, para sustituir la religión civil americana, para transformar un amplio contrato de identidades raciales y religiosas en una serie de acuerdos y contratos para cada identidad, para cada percepción, para cada prejuicio, despreciando por completo el gigantesco legado de la cultura anglo-protestante que es la base de todos los logros del pueblo americano.

Por eso Maga es tan estridentemente estadounidense, porque es un vasto acto publico de afirmación y defensa de los valores una civilización poderosa que apenas despunta en el tiempo y que encontró en Trump y representante de esos valores, por eso Trump es ya la figura política más importante de los últimos veinte años, pero no son sus logros, son de la gente.

Esta elección no hubiera sido posible sin Musk no hubiera comprado la red social X, para transformarla en “la gran conversación”, el mensaje de Trump no hubiera llegado a los americanos, sin la desastrosa persecución judicial, sin el intento de asesinato, sin la más grande campaña de difamación de la historia moderna, Trump no hubiera acumulado las credenciales para presentarse como el sacerdote de la religión civil americana. Abraham Lincoln dijo en alguna ocasión que los americanos eran “el pueblo casi elegido”, lo que estamos viendo es la elección de los “casi elegidos” y por eso significa mucho.