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Iván Duque Opinión

Hamás y la economía palestina: la dura advertencia que hizo el expresidente Iván Duque hace 17 años

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Reflexiones sobre el significado que, para la convulsionada región, para los Estados Unidos y Europa explicó la mayoría parlamentaria lograda por el grupo extremista Hamás en Palestina

Por: Iván Duque

7 de marzo de 2006

Periódico Portafolio

El contundente triunfo obtenido por el movimiento radical islámico Hamás en las pasadas elecciones parlamentarias palestinas representa un verdadero reto para la política exterior estadounidense y europea. La forma en que se maneje la relación con Hamás determinará si la Autoridad Palestina sobrevivirá.

Entender esta situación requiere volver a los antecedentes. Con posterioridad a la Primera Guerra Mundial. La Liga de las Naciones en la conferencia de San Remo, Italia, entregó el control sobre Palestina al Reino Unido. Comprendía, en la distribución geográfica, lo que hoy se conoce como Israel y la franja de Gaza. En 1948, luego de la Segunda Guerra Mundial y ante la inmensa población judía radicada en el territorio con grandes vínculos ancestrales, se creó en el seno de las Naciones Unidas el Estado de Israel.

Desde entonces la relación entre Israel y el mundo árabe no ha sido fácil. Varias confrontaciones armadas han tenido lugar para delinear el territorio. La primera guerra árabe israelí, en la cual el recién creado país enfrentó cinco naciones, trajo como consecuencia la ocupación egipcia de la Franja de Gaza.

Posteriormente, en 1967, tras la famosa Guerra de los seis días, Israel obtuvo el control sobre la franja de Gaza, Jerusalén y Cisjordania. Gracias al apoyo de los Estados Unidos, en 1979 se logró eliminar las disputas sobre estos territorios tras los acuerdos de paz.

A pesar de todas estas circunstancias y de los acuerdos logrados, la Organización para la Liberación de Palestina, fundada en 1964 y liderada por Yasser Arafat, continuó reclamando la independencia política de su territorio. Esta lucha, que produjo constantes enfrentamientos con Israel, llevó a que en 1991 se iniciaran las conversaciones de paz que en 1993 culminaron con los acuerdos de Oslo.

Entre los logros se reconoció a la Autoridad Palestina, creada en 1994 en cabeza de Yasser Arafat, y se pactó una retirada escalonada de los territorios ocupados por parte de Israel para facilitar los asentamientos palestinos.

Desde 1994 la situación no ha sido fácil. En Palestina, distintas organizaciones radicales islámicas, entre las que se cuenta Hamás, que ha utilizado el terrorismo como método de guerra, desconocen cualquier acuerdo y reclaman la totalidad del territorio de Israel.

Ante las distintas crisis que han marcado este proceso, los Estados Unidos han presionado para que se llegue a un acuerdo y se defina el territorio. Durante 2005 Israel procedió con la retirada de los territorios, cumpliendo su parte.

Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina y quien reemplazó a Yasser Arafat tras su muerte, ha tenido serias dificultades para garantizar los compromisos. Hasta la fecha no ha sido capaz de controlar los ataques terroristas de los grupos extremistas palestinos y su partido, el Fatah, ha perdido credibilidad, como lo ha demostrado la reciente elección.

El triunfo del Hamás complica todo el panorama. Al haber obtenido 76 de los 132 escaños en el Parlamento, tiene derecho a conformar el gabinete y, por supuesto, a elegir al el Primer Ministro, quien debe coordinar la política de gobierno con Mahmud Abás. La reacción de Israel no se ha hecho esperar. El primer ministro Ehud Olmert ha anunciado que no negociará con Hamás.

La situación es grave, pues Israel tiene la sartén por el mango. En el territorio palestino, con casi cuatro millones de habitantes, el desempleo es superior al 45%, cerca del 30% de la fuerza laboral está en la nómina de gobierno y lo que hace aún más difícil la situación, es que Israel no solo es proveedor de servicios como electricidad y agua potable, sino que es el responsable del recaudo y la transferencia tributaria a la Autoridad Palestina.

A esto se suma que tanto el gobierno de los Estados Unidos como el de Alemania, entre otros, han puesto en duda sus programas de apoyo financiero si Hamás toma el control del gobierno. Con un déficit de aproximadamente setecientos millones de dólares, un espacio de endeudamiento saturado, una gran dependencia en Israel y en las donaciones de gobiernos extranjeros, si Hamás toma el poder por completo la tensión será total.

El mundo estará al devenir de los acontecimientos. Si Hamás, con el recién nombrado primer ministro, Ismail Haniyah, desafía a Israel y a la comunidad internacional, el pueblo palestino será el afectado. Por ahora lo único cierto es que el futuro de La Paz estará en manos de Hamás.